Probablemente habrás oído hablar de Reiki. Algún amigo o conocido te habrá explicado que hizo una sesión y puede que te haya contado como le fue la experiencia. Quizás te explicó que no notó nada especial aunque se relajó mucho. O quizás te contó que tuvo sensaciones extrañas en el cuerpo y que se quedó como chafado. O a lo mejor te dijo que sintió calor por todo el cuerpo, que tuvo la sensación de que se hacía muy ligero y que después de la sesión sintió como una alegría renovada que hacía tiempo que no disfrutaba.
Y tú te quedaste entre extrañado y curioso. Y pensaste: bueno, algún día igual lo pruebo.
Para animarte a dar un paso adelante y probarlo voy a intentar primero explicarte qué es Reiki para mí. Y digo intentar porque con Reiki entramos en el Fantástico Mundo de la Energía, que podemos sentir pero no tocar, intuir pero no demostrar, experimentar pero difícilmente explicar con palabras. Igual que la música, la sientes y te produce emociones pero no la “ves” con los ojos del cuerpo.
Por eso te pido que cierres los ojos y por un momento te imagines el Universo. Imagínate los planetas y demás cuerpos celestes flotando en el espacio, en perfecta armonía y envueltos de un sonido silencioso. El sonido del Universo te habla y te susurra que tú también flotas en ese mismo entramado, en perfecta sincronía porque ¡formas parte de él!
Pues eso es Reiki para mí. Sentir la conexión con el Universo, y flotar sabiendo que estás sostenido por una red que te envuelve y que es más grande que tú. La sensación más parecida que yo he podido experimentar es la de flotar en el mar. ¿Has probado alguna vez a dejarte llevar por la corriente del mar haciéndote “el muerto”? Para poder hacerlo has de abandonar toda resistencia, soltar los músculos de tu cuerpo…y confiar en que ningún pez monstruoso te va a morder las posaderas (¡suponiendo que los peces muerdan!)
Otro símil que suelo utilizar en los seminarios de Reiki es el de la instalación eléctrica de una casa. Cuando entramos a vivir en una casa nueva nos la encontramos con la instalación eléctrica preparada y uno de los primeros trámites que hemos de hacer (¡mal que nos pese al bolsillo!) es llamar a la compañía eléctrica para que “nos dé de alta”. Y entonces ya podemos utilizar la nevera, la lavadora, el ordenador y encender las lámparas por la noche, todos esos “cacharros” que nos facilitan la vida y la mejoran enormemente.
Pues bien, imagínate que cuando haces Reiki es como “enchufarte” a la red eléctrica de una compañía suministradora gigante que se llama Universo y que el cuerpo y las manos del terapeuta son los cables por donde circula esa energía hacia la “instalación eléctrica” de tu cuerpo (¡que es tu verdadera casa en esta Tierra!).
Lo cierto es que, continuando con el símil, nacemos con una instalación eléctrica perfectamente instalada y enchufada a la red Universal. Todo en nosotros funciona de maravilla. ¿Te suenan las expresiones “he dormido como un bebé” o “se reía como un niño”? Ay, que tiempos aquellos…Porque resulta que a medida que crecemos, con las experiencias y el caminar por estos “barrios”, nuestro sistema eléctrico se va ensuciando y deteriorando hasta llegar a obstruirse en algunos casos. Es cuando entonces nos sentimos mal y nos ponemos enfermos. O sin llegar a tanto, nos sentimos faltos de energía y poco animosos. ¿Has tenido alguna vez esa sensación de que “no puedes con tu alma”?
Llegados a este punto que ha llegado el momento de explicarte cómo puede ayudarte Reiki a recuperar ese estado natural del bebé que una vez fuiste y a que tu alma se aligere como una pluma. Quiero darte
CINCO PODEROSAS RAZONES PARA INTRODUCIR EL REIKI EN TU VIDA
Primera razón: ¡tu cuerpo te lo agradecerá!
Reiki te lleva hasta un estado de relajación en el que se activan las ondas cerebrales alpha y tetha. Estas ondas, que también se generan en el estado meditativo, proporcionan muchos beneficios a la salud del cuerpo, como la disminución del stress, la bajada de la presión sanguínea, el fortalecimiento del sistema inmunitario y el alivio del dolor. Estos efectos, si necesitas un poco de “apoyo razonable”, están demostrados científicamente. Además son ondas que se producen en algunas fases del sueño así que lo favorecen y permiten que éste sea más reparador. Si sufres del tan frecuente y molesto insomnio puede que con Reiki consigas volver a “dormir como un bebé” y sentirte más descansado
Segunda razón: ¡tendrás más claridad mental!
Las mismas ondas de las que te acabo de hablar estimulan los hemisferios cerebrales. Normalmente funcionamos más con el izquierdo, que es el de la lógica y la razón. Reiki estimula sobre todo el derecho, que corresponde a la intuición y la creatividad. Al equilibrase los dos podrás disfrutar de mayor claridad mental, alcanzar una perspectiva más amplia de las situaciones y manejarlas de una forma más creativa.
Tercera razón: ¡podrás manejar mejor tus emociones!
Las emociones se pueden quedar enquistadas en las diferentes partes y órganos de tu cuerpo. A la tristeza le suele gustar quedarse en los pulmones y el miedo tiene una especial predilección por los riñones. También puede haber “asuntos no resueltos” pendientes de digerir en el plexo solar (boca del estómago). Al aplicar Reiki en esas zonas ayudamos a liberar los bloqueos para que puedas recuperar tu estabilidad emocional.
Cuarta razón: ¡te ayudará a crecer espiritualmente!
La vida nos propone cambios y retos continuos que alteran constantemente nuestro equilibrio interior. Si eliges estar atento y tomar conciencia de cómo estás y como te sientes en cada momento Reiki te puede ayudar a detectar aquello que te aleja de tu paz interior y a modificar tu propio rumbo para volver ese estado de equilibrio.
Reiki se convierte así en un camino de autoconocimiento que eleva tu propia vibración y te acerca a tu verdadera esencia, ¡quien realmente eres! Podrás descubrir tu verdadero propósito en esta vida.
Quinta razón: ¡puedes ofrecerlo a los demás!
Esta es la razón que a mí me “atrapó” cuando descubrí Reiki, y es que ¡puedes aprender a canalizar la Energía Universal para aplicártelo a ti mismo y a los demás! Es fácil porque es una capacidad que tenemos todos. Es innato. Como el instinto de una madre que le pone la mano a su hijo allí donde le duele tu puedes también con Reiki aliviar el dolor de los demás y ayudarles encontrar su propio equilibrio.
Ya para acabar, y si es que he conseguido que te pique “el gusanillo” de Reiki, te dejo con un ejercicio energético muy sencillo que te ayudará a empezar a sentir el poder de la energía en tus manos.
Te propongo que te sientes cómodamente, cierres los ojos y pongas atención en tu respiración. Sigue su ritmo y cuando te sientas tranquilo y centrado pon las manos encaradas delante de ti, como si sostuvieras una pelota entre ellas. Juega con tus manos suavemente intentando palpar el borde de esta pelota imaginaria. Puede que al principio no percibas nada. No importa. Date el tiempo que necesites. Al final puede que sientas vibración, calor o cualquier otra sensación en tus manos, mientras se abren y se cierran alrededor de una bola de energía esponjosa. Quizás lo notes muy sutilmente. O quizás sea potente para ti. Sea cual sea el grado de percepción que tengas, en este momento
¡EL UNIVERSO ESTA EN TUS MANOS!
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